lunes, 8 de junio de 2009

Vomito ergo sum

No hay acción sin reacción. Esto lo sabe hasta un tonto a las tres como Flipy. Y aunque eso de que no hay crimen sin castigo es más que cuestionable, lo cierto es que los excesos sí que se suelen pagar pero bien. Sobre todo los excesos de la fies. El dios de las juergas (Baco/Bluto, por ejemplo) siempre te exige que le hagas una ofrenda en forma de sacrificio. Y no, no me refiero a degollar a una virgen en plena fiesta (los sacrificios de la virginidad ya se los quedan los del internado católico) sino al deterioro físico. Me refiero especialmente a las resacas-tsunami y a los inoportunos vómitos.

El Dios de la farra y la barra

Y de eso es de lo que voy a hablar hoy: de las vomitonas más antológicas vividas por su amado bunkero. Unas veces vistas, y otras vividas (eso ya queda para su retorcida imaginación) son arcadas que por desgracia me tocaron muy de cerca.

- "Las vomitonas de nochevieja": un clásico. Porque no hay nada más sano ponerse ciego a cubatas y drogas varias de 1 a 12 de la mañana cuando te has pasado todo el día comiendo como un animal.
Que si la cañita mañanera para despedir a los compadres del curro, que si la comida con la empresa con el pacharán, los vinos espumosos y lo que se tercie, más bebercio con amigos o derivados y luego esa cena pantagruélica que ha preparado tu madre con tanto amor, y en la que la ingesta mínima rebasa los 2 kilos de alimento por persona, regados todos con el vinate correspondiente.
Pues como decía, tras esto no se nos ocurre otra cosa que irnos a una macrodiscoteca, houseparty o macrobotellón a intoxicarse a toda velocidad para celebrar que hemos llegado salvos, pero no sanos, al nuevo año. Con macrobotellón o sin el, al final la cosa siempre suele terminar con algún macrovomitón por parte de los amigos más afectados. Los ha habido de todos los tipos:

- Semi-inconsciente, en el suelo de una disco cutrísima y salpicando (poco, afortunadamente) a los que allí se revolvían, servidor incluído.

- Por todas las escaleras y parte del extranjero. Esta es de las más recientes, en un piso del centro madrileño y donde le tocó fregar a nuestra sufrida anfitriona. A las horas en las que acaeció aquella batería de vómitos, servidor se encontraba, en contra de lo habitual, completamente KO en un sillón, como atestigua la foto de rigor.

Como aprovecha la jodía. Estas fans...

- Claro que la cosa venía de antiguo porque fue este mismo petimetre el que vomitó en otra nochevieja anterior, en otra casa ¡pero con la misma anfitriona! En esta ocasión, el tío no tuvo mejor idea que descargar en el lavabo, en lugar de la taza del wc que tenía justo al lado, atascando el desagüe y dando como resultado una pila aderezada con una especie de sopa castellana, tintada a buen seguro por Doritos, ganchitos o váyase usted a saber.

- El Vómito Negro: El vómito negro (y no, no me refiero a la banda de ebm noventero) es sinónimo de mal rollo. Si vomitas negro también lo ves todo negro, porque significa que algo no va nada bien. A falta de confirmarlo con un amigo, creo que la mayoría de los vómitos negros de los que he tenido noticia, han sido inofensivos. Ingestas masivas de calamares en su tinta y absentas negras ultra rudas fueron responsables del mosqueante tinte de la pota de turno. Por el momento, ninguna absenta me ha hecho vomitar, y no será porque no le doy al frasco.

- La Pota Fiestera o “Nocturnal Vomit” en honor a la chunguísima banda griega de death metal: Esta sería la más normal. La lógica consecuencia del consumo del garrafón que te sirven en el 80% de los garitos madrileños.


Se puede potar de forma elegante, sin tos, ojos saltones ni arrepentimientos, como acostumbran a hacer un par de conocidos, o a lo bruto, entre los matorrales del socorrido parque al aire libre o dentro del garito.

Claro que lo malo es cuando devuelves sin control... donde no debes. Eso le pasó a gente muy cercana al blog.
Uno, que es básicamente abstemio, y que por tanto goza de todo mi desprecio, no fue capaz de soportar la tentación y no paró de darle tragos a la deliciosa absenta que compré ese día hasta terminar inundando el suelo de un autobús. Fuera de control, ya no pudo parar de trallar, que diría Garth Algar, hasta llegar a casa en volandas.
El otro ni siquiera fue capaz de llegar a su casa, vomitando en la de su sufrido anfitrión. Es más, fue a la mañana siguiente cuando uno de los bunkeros descubrió el regalito en forma de Caras de Belmez que su resacoso amigo le había dejado en una pared recién pintada. A día de hoy, los invitados que se hospedan en dicha habitación, han afirmado haber oído todo tipo de extraños ruidos nocturnos, como de arcada-arcana proveniente de las todavía perceptibles manchas.

Servidor nunca había visto una erupción estilo Vesubio dentro de un garito hasta aquella noche reciente en la que un inconsciente intentó zumbarse casi dos cubatas de dos tragos, yendo ya borracho de sobra, solo para salir rápido del garito y dirigirse a otro entre lata y lata de venta callejera. Una cosa tremenda.

Tú no, el otro.

- El vomito cumpleañero: Ese que tan bien sintetizaron los grandes Carnivore en su tema “Jack Daniel´s and Pizza”. El desagüe provocado por la impulsividad y el alborozo del cumpleaños, donde mezclar comida basura y alcohol de ese que cauteriza heridas de guerra es el objetivo primero.
En una fiesta al aire libre, servidor presenció un vómito ¡a nada más y nada menos que 3 bandas! Como si de un triángulo de las Bermudas etílicas se tratara, los tres vértices evacuaron al mismo tiempo con los invitado a la fiesta dentro de una figura casi equilátera. Muy grande.

Amigos para qué os quiero...

¿Y ustedes cuales han vivido? ¡Vamos! Ya que con el tema sexual son unos cortados de cojones, puede que con la escatología sí se atrevan...

12 comentarios:

Doctor Proctor dijo...

Aaaah, el vómito, maravilloso resumen de las miserias humanas hechas charco...

Tropezon dijo...

Yo viví 2 memorables: 1ª) Un colega se empeñó en echar carreras a chupitos sin vomitar. Pues con el 4º, de absenta, dicho colega vomitó sobre la barra, el suelo y la entrada de pub donde estábamos, amén de perder un rato la consciencia...aquél día no hubo mucha caja para el dueño del bareto.
2ª) Fiestas del barrio de mi novia. Me da por sacudirme un vaso de litro de un trago, de un misterioso "brebaje mágico" (se lo confíe a una amiga para que me sorprendiera...y lo hizo de put* madre), y a los 2 minutos empiezo a "arcadear" como un poseso, sin echar nada, y hecho mierda. Así 2 horas en un parque hasta que me decido a irme a dormir a casa de los padres de mi novia. Entro por la puerta de la casa, y al ver el baño, me abrazo de rodillas al retrete y eché hasta el alma...y mientras tanto, mis suegros, en pijama, en la puerta del baño, viendo el lamentable espectáculo...Gracias a que ki suegro es un alcohólico juerguista y lo entendió, y mi siegra una buenaza...a la que aún le debo unas cortinas nuevas...

Lengua Negra dijo...

A mi me pasó una parecida según llegué a casa volviendo de la fiesta de nochevieja. No llegué ni al baño, así que descargué en el pasillo mismo.
Ahora bien, lo que no recuerdo es como tenía un barreño en las manos, evitando que manchara nada. Imagino que ya en el umbral de la puerta me encontré mal y lo agarré antes de nada.
Por supuesto, mis señores padres estaban ya más que despiertos teniendo en cuenta las horas que eran.

Puaf.....

Mauro Picotto dijo...

Recuerdo con cariño un tipo especial de pota, la pota relámpago, aquella, que sabes necesitas expulsar, lo haces en el mejor momento y vuelves a la vida para seguir bebiendo cómo un puto vikingo berzerker. La más memorable por mi parte fué en una de las discotecas más extrañas y pijas de Madrid, el Green,... detrás de una maceta de la entrada, el puerta ni se percató, me limpié con la manaza y volví a dentro, a seguir con el cumpleaños de un amigo.

Lengua Negra dijo...

Uf, cuando has dicho lo de la pota relámpago me he acordado de mi pota fuelle, como cuando aprietas con fuerza una de esas bolsas de agua caliente.
Menos mal que el colega de turno paró rápido el coche y pude lanzar fuera. Menudo manguerazo, me bastó una sóla arcada.
Record personal.

Mauro Picotto dijo...

bueno, son dos pruebas a nivel Pota Olímpica, la mía rompió "el crono", la tuya por lo que cuentas, "el metro".

Lengua Negra dijo...

Si, si, totalmente. No me rozó ni una gota teniendo en cuenta lo lejos que lancé el asunto.
Serán cosas de "la vaquilla".

Lengua Negra dijo...

Ahí ahí. A ver si nos llegan más testimonios.

El Anonimo Negro dijo...

Bueno creo que ya es hora que os cuente alguna de mis potas/rabas/vomitonas más divertidas, la verdad es que no se cual contar ya que tengo tantas entrañables, la de casa, la del bus, la de Zaragoza (esta no la cuento que ya algunos la saben), así que creo que me quedaré con unas de las que eche en mi casa, bueno más bien por la ventana de mi habitación, si ya sé que suena crudo pero así es, finalmente me convertí en todo un experto, pero esta fue realmente graciosa, esa noche habíamos batido el gran record en engullir minis de calimoxo, creo que fueron entre 50 y 56, algunos de ellos se perdieron en el infecto suelo de ese bar llamado After Dark donde tantas noches hemos pasado, bueno hasta llegar a casa todo normal, borrachos como una cubas pasándolo como enanos, el problema es que llegue con muchísima hambre, y sabía que un plato de paella me esperaba en la nevera, vamos que llegue salivando como el perro de Pavlov, engullí la paella porque a lo hice no se le puede llamar comer, y me fui a la cama como una rosa, bueno pues al rato empiezo a tener esa sensación que todos hemos tenido alguna vez, el techo da vueltas empiezas a sudar frio y el estomago empieza poco a poco a darse la vuelta, pruebo todos los trucos, un pie al suelo, busco una posición para no marearme, la encuentro, la pierdo, y llega un momento que ya no hay más que hacer, el estomago se revela y yo rápidamente corro a la ventana, la abro y una primera arcada sale presión, así se me olvidaba tengo doble ventana, os podéis imaginar la que se formo en medio, me ahorro las descripciones, bueno finalmente consigo abrir la segunda ventana y hecho todo lo por la ventana, claro ahora queda tapar las pruebas del delito, me fui a la cocina cogí la bayeta y me puse a recoger calimoxo con sus correspondiente barcos de arroz amarillo y trocitos de carne ¡¡mmm!! Deliciosa XDD, y claro luego llego la hora de aclarar bayeta y devolverla a su sitio, todo ello en un silencio total por supuesto, bueno pues no se me ocurre más que pensar - si mis viejos se levantan, me ven con la bayeta y esta cara me van a cazar seguro. ¿Qué hago? Pues me meto la bayeta en los calzoncillos jajaja, demasiado a día de hoy lo pienso y todavía me rio, bueno pues con la bayeta en mis calzones comienzo andar por el pasillo, claro mi equilibrio falla, golpeo pared, con tan mala suerte que hay un cuadro, ¡mira que el pasillo es grande! Pero parece que la suerte no estaba conmigo, claro mi padre se levanta y me ve en el pasillo con un pedo de narices colgando un cuadro, y me dice - ¡¡¿Como venimos no?!! ¡¡Vaya cara y ojos que me llevas!! Y yo ni corto ni perezoso le suelto – si papa es que me he comido la pella y no me ha sentado bien, jajaja, bueno hasta ahí todo más o menos bien, pero a la mañana siguiente me llega mi hermano pequeño que dormía conmigo en la misma habitación que en todo momento estuvo dormido y me suelta, - ¿Qué ayer vomitaste por la ventana? , yo me quedo flipando y le pregunto que como lo sabe, y me dice que – nada es que me he asomado a la ventana y esta todo el césped lleno de granos de arroz y la vecina del primero tiene todo el poyete lleno de arroz y trozo de carne.
Bueno así concluye una de mis gomitonas memorables, por suerte la vecina limpio y no dijo nada y rápidamente los pajarillos dieron cuenta del arroz y de la carne del cespez, y todo esto quedo entre mi hermano, mi vecina y yo, bueno y ahora todo aquel lea este comentario tan guarro jajajaja.
P.D: Es un poco largo pero si no se cuenta todo no tiene gracia.

Lengua Negra dijo...

Ohhhh!! Grandísimo!!!

Lo del cuadro a mí casi me pasa con un espejo enorme del pasillo.
Si se hubiera caído.... uf! No quiero ni pensarlo!

Doctor Proctor dijo...

Jajajaja, nunca se me olvidará ese día, señor Anónimo, como tampoco se me olvidará el día en el que un amigo común, que salio vestido de blanco inmaculado de pies a cabeza, acabó como la masa de las croquetas, es decir con tropezones de pollo y jamón y con costras de rebozado (vomitona) adheridas por toda su ropa, sus manos, su cara y formando extrañas rastas por su melena...

La suerte que tengo yo es que las mías han sido casi siempre en la calle, por lo que pocos problemas he tenido en casa. Recuerdo un día después de ingerir alcohol de forma masiva, al volver a mi casa, y aprovechando que mis padres estaban por ahí, decidí meterme en la bañera para ver si se me pasaba la cogorza. ¿Resultado? Vomitona flotando de la que me percaté cuando me desperté (me podría haber ahogado, si es que...) El caso es que me duché, limpié la bañera y salí de allí, me puse el pijama y cené un poco, pero me volví a quedar cómodamente sobado... sentado en un taburete, con la cabeza sobre la mesa y juraría que hasta con comida en la boca (aunque eso no se lo puedo asegurar), hasta que llegaron mis padres y mi hermana...

Menos mal que no sospecharon nada.

Mauro Picotto dijo...

Este post se ha convetido en algo memorable,... después del testimonio de Anónimo, se ha convertido en un confesionario de desdichas alcóholicas...

Haciendo memoria, soy un maldito veterano en lo que respecta a potar en casa de mis amigos, lo bueno, es que casi siempre ha sido en el water... buena señal, hasta el día en que me convertí en un auténtico degenarado. Desde lo alto de una litera, mi cuerpo no pudo ni despertar y vomité a chorro... ver la cara de mi colega por la mañana, habiendo fregado el desastre... es parecido al rostro de Proctor, cuando fué testigo de las oscuras y aterradoras caras de Velmez versión Picotta...

Lo que sacamos en claro, es que, somos grandes, por haber estado en los límites de la humillación, aun habiendo perdido toda dignidad y míranos, seguimos en pié, dando guerra...