Y con gran pesar en el corazón, finiquitamos la serie dedicada a los desmanes que casi derivan en un incidente internacional durante la estancia bunkera en Londres. Esperamos que hayan disfrutado y les conminamos al resumen de nuestro próximo destino, que sufrirá la embestida bunkera, aun por decidir: ¿Lo sufrirán los teutones y teutonas? ¿o serán los comedores de pasta? no se lo pierdan... de momento vamos al turrón:
- Nunca saldrás corriendo y fingirás (con aspecto de raterillo del East Side incluido) que les robas la maleta a dos amigos despistados (lo siento Lengua Negra y Picotto, tenía que contarlo), en un conocido centro comercial. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues que provocaremos reacciones violentas contra nuestra persona o principios de infarto a nuestros compañeros de viaje. Comprobado, sino, pregunten, pregunten, ellos se lo corroborarán.
- Nunca en la vida subirás corriendo y berreando para coger sitio en la parte delantera del piso superior de un autobús. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues que la gente del terruño, muy acostumbrada a modales y maneras más sosegadas que las que demostramos las gentes de nuestra querida piel de toro, nos cederá gustosamente los asientos situados en la parte delantera del autobús. Bueno, quien dice gustosamente, dice aterrorizados…
- Nunca, bajo ningún concepto, se nos ocurrirá cruzar las calles londinenses (ni de ninguna parte del Reino Unido), sin antes mirar a ambos lados de la carretera con insistencia. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues que cruzaremos tan tranquilos, habiendo mirado sólo por el lado al que estamos acostumbrados y, cuando menos nos lo esperemos, aparecerá un enorme autobús por el lado contrario al humanamente lógico, pitando como un poseso para que nos apartemos de su camino. Por si acaso, les recomendamos que también miren arriba, abajo y detrás de ustedes antes de cruzar, que en estos países bárbaros nunca se sabe...
- Nunca jamás nos haremos fotos con un guardia real a caballo sin respetar la distancia mínima que exige el protocolo inglés. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues que el caballo se encabritará, pero lo hará aún más el guardia real, echando piropos de pastor de las Highlands a las jamelgas que se estaban haciendo la foto con él.
- Y sobre todo, nunca jamás fingiremos que le chupamos la cara a un guardia real apostado en su garita (como hizo una compañera de viaje), aprovechándo que estar en su puesto implica no poder moverse absolutamente en ninguna circunstancia, excepto si le tocan... ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues por lo que pudimos comprobar, nada en absoluto, pero el pobre guardia (que no debía tener más de 18 años) lo estaba pasando fatal. O estaba teniendo una erección equina, váyan ustedes a saber…
Londinenses saludos
Fin del volumen III (y de la serie)
2 comentarios:
Que conste que me parece fatal que nos haya sido prohibida la foto del Guardia Real y la lengua (rosa, en este caso).
¡No a la censura!
Lo peor es que todo esto es lo MÁS educado que hemos conseguido ser.
Nuestros modales a la mesa han sido descritos como pantagruélicos. Y de nuestro comportamiento en la cama no podemos decir nada por consejo de nuestro abogado. Hasta que no salga una sentencia en firme no podré subir post de esta cata-dura.
Publicar un comentario