lunes, 27 de abril de 2009

Fotos

When people's houses are on fire, what's the first thing they save after their pets and loved ones are safe? The family photos. Some people think that this is a job for a clerk. They actually believe that any idiot that attends a two-day seminar can master the art of making beautiful prints in less than an hour. But of course, like most things, there's far more to it than meets the eye.

One Hour Photo

Me fascinan las fotos antiguas. Antiguas y anónimas. Y al igual que el personaje de “Amelie”, guardo todas las fotos que encuentro tiradas. La regla es que ellas tienen que llegar hasta mí de forma completamente casual.
En el caso del pobre Sy Parrish en “One Tour Photo”, la obra maestra de Mark Romanek, era él mismo quien iba a mercadillos a rescatar fotos abandonadas.

Al igual que el personaje de Sy, me impresiona ver esas fotos y pensar: ¿Quién era esa gente? ¿A qué se dedicaban? Son fotos que dicen:
Fui feliz.
Tuve una familia.
Estuve ahí.
Existí, y le importé a alguien lo suficiente como para que me sacara una foto.

Bella durmiente.

Cuando miro las fotos, me siento muy triste, pues ya nada queda de esas personas salvo la imagen. Por muy felices que fueran sus vidas, ahora ya solo puedo empatizar con el polvo, con su imagen fantasmal que me llena de melancolía. Melancolía de una existencia que nunca conoceré. Cada retrato me hace sentir una soledad infinita. Abandonada a su suerte, una historia en manos de desconocidos.
Acumulamos más y más fotos de nuestra vida. Queremos detener el tiempo, congelar ese momento tan preciado para atesorarlo y recordarlo siempre tal cual fue. Y a fe que vencemos a la muerte con esa instantánea. Nuestra imagen perdurará más allá de nosotros pero ¿a qué precio? Nuestra imagen quedará impresa en el limbo de los vivos cuando muramos. Igual que en el cine. Todo sombras y fantasmas.

Anónimo.

Los replicantes de Blade Runner se aferraban con todas sus fuerzas a su única posesión material: sus fotografías. Algunas demasiado antiguas para petenecer a su historia personal. Pero ellos sí pensaban que aquellas fotos formaban parte de sus vidas. Les fabricaron con falsos recuerdos, y aquellas fotos les ayudaban a creerse su falsa memoria. Después de todo, ellos son “más humanos que los humanos”.
El protagonista, Deckard, se burla de las fotografías falsas de la perfecta replicante Rachel, sin ser capaz de asumir que las suyas son tan falsas como las demás.
¿Quién es la gente de esas fotos? ¿Se las compraron a un anticuario? ¿A un particular? ¿Las crearon digitalmente para crear la ilusión de una infancia, de un amor? Al final, da lo mismo. Esas fotos, esa luz impresa en papel fotosensible, significa aquello que deseas.

Posa conmigo. Miente conmigo.

Personalmente no me gusta la idea de que mis fotos me sobrevivan. Casi nunca salgo en ninguna. Y las que poseo, es posible que terminen destruidas antes de que muera. No quiero quedar atrapado por siempre jamás en un trozo de papel, a merced de unos ojos intrusos. Completamente solo ante la mirada extrañada de cualquiera.

Fotografía postmortem

Es por eso que siento tanta tristeza al ver esas fotos. Un pedazo de vida vagando durante décadas de mano en mano.

En la estimable “Man on the Moon, Jim Carrey interpretaba al inclasificable Andy Kauffman. Una de las frases del film, muy a colación de estas palabras, me dejó más que pensativo. Kauffman estaba en contra de lo prefabricado, de lo previsible, de la broma fácil y las risas enlatadas de los programas televisivos. “¡Son risas de muertos!” gritaba mientras le echaban del plató. “Risas de gente muerta”. Y es cierto. Nunca me paré a pensar que muchos de los sonidos usados en la producción televisiva (y cinematográfica) pertenecen a gente ya fallecida.
Hace poco ví un reportaje donde mostraban como el mismo alarido se llevaba usando desde los años 40 hasta el día de hoy para las escenas de acción. Y ahora, esas risas resuenan estúpidamente en una serie barata, como un disparatado eco desde el más allá…

Quemad mis fotos cuando muera.

6 comentarios:

Mauro Picotto dijo...

Las quemaré sólo si llegas a la fama, debido a tus abusos con las drogas y las mujeres, en el mundo musical.

Buffalo '66 una de esas pelis por las que no daba un duro y que me dejó "flipao".

missmostoles dijo...

A mi me da yuyu ver fotos antiguas pero más me da quemarlas.
Yo me niego.

Lengua Negra dijo...

Precisamente. Mientras escribía el post, estaba escuchando la banda sonora de Buffalo 66, de Vincent Gallo. Me tiene atrapadísimo.

Doctor Proctor dijo...

Hummmm... quemar fotos para olvidar recuerdos que no se pudieron recordar... que contradicción de términos más deliciosa...

Gran artículo, por cierto.

anselmo dijo...

Que existencialistas os habeis vuelto. Mira, me ha gustado

Lengua Negra dijo...

Se agradece señor Anselmo, se agradece.