Si eres seguidor del Bunker (y si no es así, no se a qué coño esperas para afiliarte a nuestra causa) sabrás que Jose Luis López Vázquez siempre ha sido uno de los actores fetiche del blog. Aquí siempre hemos admirado su labor, especialmente un servidor, y se ha sentido mucho su muerte, por muy esperable que fuese.
El caso es que no ha sido hasta el día de su deceso, que a mi madre le ha dado por contarme una anécdota de nuestro misterioso pasado familiar.
Resulta que corría el año taitantos cuando mis padres, felizmente casados por aquella época, paseaban por el parque del Retiro con un servidor dentro del correspondiente carrito de bebé. Pues bien, andaban por ahí presumiendo de criatura (lógico y normal teniendo en cuenta el querubín que había bendecido su hogar) cuando fueron a toparse con otro matrimonio que paseaba con dos niñas de edad parecida a la mía. Mi madre, falsa como ella sola, piropeó las virtudes de sus bebés (dado que siempre se piensa que los de una son mejores) recibiendo recíproca respuesta.
Esa pareja era, como supondrán, la compuesta por López Vázquez y su mujer en ese momento, Flor Aguilar.
Imaginen mi sorpresa cuando me enteré de que servidor y López Vázquez estuvimos juntos en una ocasión, ¡y en tan curiosas circunstancias! Qué bebé tan féliz debí ser ese día. Te dan de comer, te piropean constantemente, te cagas encima y te limpian y luego voy ¡y me codeo con un actor de primera categoría! Me pregunto ande andarán las hijas del genio porque una está bastante bien y ¡emparentar con la realeza de las artes cinematográficas españolas ya sería la hostia!
López Vázquez: Allá donde esté, espero volverle a ver en un parque todavía más grande y más bonito que el Retiro.
Descanse en paz.
El caso es que no ha sido hasta el día de su deceso, que a mi madre le ha dado por contarme una anécdota de nuestro misterioso pasado familiar.
Resulta que corría el año taitantos cuando mis padres, felizmente casados por aquella época, paseaban por el parque del Retiro con un servidor dentro del correspondiente carrito de bebé. Pues bien, andaban por ahí presumiendo de criatura (lógico y normal teniendo en cuenta el querubín que había bendecido su hogar) cuando fueron a toparse con otro matrimonio que paseaba con dos niñas de edad parecida a la mía. Mi madre, falsa como ella sola, piropeó las virtudes de sus bebés (dado que siempre se piensa que los de una son mejores) recibiendo recíproca respuesta.
Esa pareja era, como supondrán, la compuesta por López Vázquez y su mujer en ese momento, Flor Aguilar.
Imaginen mi sorpresa cuando me enteré de que servidor y López Vázquez estuvimos juntos en una ocasión, ¡y en tan curiosas circunstancias! Qué bebé tan féliz debí ser ese día. Te dan de comer, te piropean constantemente, te cagas encima y te limpian y luego voy ¡y me codeo con un actor de primera categoría! Me pregunto ande andarán las hijas del genio porque una está bastante bien y ¡emparentar con la realeza de las artes cinematográficas españolas ya sería la hostia!
López Vázquez: Allá donde esté, espero volverle a ver en un parque todavía más grande y más bonito que el Retiro.
Descanse en paz.
3 comentarios:
Qué envidia, poder haber compartido vivencias con ese gran actor, aunque fueras un querubín.
Muy bueno el texto.
Saludos y ánimo.
Curioso homenaje, bonita anecdota y ¡¡grande López Vázquez!!
Jo, te hubieras muerto si hubieras coincidido con ellos en las playitas de Oropesa allá por los 80... xDDD DEP
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