Ha costado, ha costado mucho, sobre todo porque nos hacía falta conseguir ciertas cosas muy necesarias para dar vida a este artículo. Y después de mucho macerarlo, corregirlo y ampliarlo, ponemos a su disposición el primer volumen de las traumáticas experiencias que les hicimos vivir a los habitantes de la megalópolis inglesa, algunas de las cuales casi nos sirven para terminar liándonos a tiros con mafiosos salidos de la peor película de Guy Ritchie. La personalidad, nombre y aspecto de los protagonistas de las siguientes anécdotas han sido matizados para evitar parecidos con la realidad. Que ustedes las disfruten:
- Nunca forrarás de arriba abajo (techo e interior de armario incluidos), la habitación del hostal donde te alojas con docenas de octavillas de servicios de prostitución (transexuales preferiblemente), que infinidad de empresas de servicios de tipo erótico/sexual a domicilio pegan en las famosas cabinas telefónicas inglesas y que habrás recopilado con paciencia. Nunca, por muy engañosa que sea la publicidad a través de internet, ni por muchas ganas de venganza que te haya dejado el cutre, triste, sucio y desangelado lugar en el que te vayas a alojar. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues en principio no pasó nada, pero llevados por nuestro retorcido sentido del humor, no parábamos de regocijarnos imaginando al pobre personaje encargado de la limpieza abriendo la puerta de la habitación y contemplando tan venéreo (y agobiante) espectáculo. Ah, Pérfida Albión, degusta nuestra venganza.
- Nunca cruzaremos miraditas con una heavy en el último pub abierto a las 4 de la mañana sin habernos asegurado antes de que realmente es UNA heavy. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues que (posiblemente, no nos atrevimos a comprobarlo, pero todo parecía indicarlo) descubriremos que la susodicha gasta un mango que ríanse ustedes de las Brastwurst…
- Nunca pedirás 2 cervezas a un barman lleno de tatuajes haciendo el gesto de la “V” con los dedos, es decir, a la inversa del símbolo de la victoria. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Que te jugarás un derechazo en plena jeta porque, por si no lo saben, este es un gesto despectivo e insultante en los países anglosajones (el Bunker, siempre enseñándoles cosas nuevas).
- Nunca nos saltaremos las líneas que separan al populacho de las obras de arte, en especial si son cuadros de una importante pinacoteca y nuestra mano está a escasos milímetros de la obra. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues que un guarda de sala con cara de Rottweiler nos dirá cosas incomprensibles en inglés, pero que entenderemos por sus gestos como un inequívoco "Que corra el aire, cohones".
- Nunca nos saltaremos las líneas que separan al populacho de las obras de arte… pero esta vez de forma literal, es decir, nunca practicaremos el salto de vallas y nos meteremos sin querer hasta la cocina en la reproducción a tamaño natural de una casa coreana exhibida en otro famoso museo británico. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos? Pues que un joven guarda, profundamente adormilado hasta ese momento, despertará de su letargo y saltará sobre nosotros para impedir tal profanación, profiriendo gritos y haciendo gestos con el rostro desencajado. Imagínense como sería la situación que el salto de la profanadora se vio cortado en pleno vuelo. Aún así, nosotros hicimos como si nada hubiera ocurrido. Verídico.
Fin del volumen I
4 comentarios:
Uy, Dios nos libre de decirle quienes somos cada uno... Pero creo que se equivoca.
Ojalá se equivoquen todos siempre. Aquí no hemos venido a dar la cara, jajaja.
¡Esto no es Twitter!
Pero no se ponga así, mujer, que no lo hacemos a malas. Es que nos gusta el economato.
jaajaja mancantaoooooo!!! Tanto tiempo esperando esta entrada, menos mal que ha merecido la pena!!
Por cierto, que manía tienen los ingleses con empapelarlo todo... las cabinas de teléfono... los baños con moqueta... Estáis moníssimos!
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