martes, 30 de septiembre de 2008

Momentos Vergonzantes Vol. VII

Así es chavales, una entrega más, pero esto aunque sea la séptima parte es una precuela, ya que le ocurrió a un amigo imaginario, que llamaremos "Paul", hace cosa de 2 o más años. Os escribo en su nombre, porque él es incapaz de arreglarse con el teclado, es un nostálgico y sólo sabe usar máquinas de escribir clásicas, sin tinta. Lo que aconteció es muy cierto y mi buen amigo Paul, me lo contó aun sorprendido por lo ocurrido, él por su parte decía haber perdido la fe en la raza humana. Todo empieza así:

Era una soleada tarde de verano, nuestro protagonista salía por el jardín de su urbanización, y divisó a lo lejos a un vecino, un hombre muy mayor, que transmitía calma y con mirada despierta, este saludó al joven, el joven, que lo había visto desde hace muchos años le devolvió el saludo y salió del vecindario.

Un par de horas después, ya de vuelta, el hombre seguía apostado en un banco, dejándose llevar por la vista que brindaban los hermosos árboles. El joven le saludo una vez más y el hombre hizo le hizo un gesto para que este se acercara un momento,... aquel chaval, pensó: - Vaya, este hombre aquí solo todo el día, seguro que echa de menos una conversación con alguien de otra generación. Una vez a la misma altura y tras saludar al anciano, este se acercó para escuchar lo que ese hombre sabio tenía que transmitir, con su débil voz, y toda su experiencia. De la boca de aquel "hombre" surgieron las palabras que nadie en su sano jucio esperaría de un hombre casado y con hijos,... hijos que habían compartido la infancia con aquel mismo joven, hijos que quizá supieran lo que tenían como abuelo, pero que ningun vecino creería posible:
Te agarraba bien y te la metía hasta el fondo, bien metida.

Hay cosas para las que nadie esta preparado, durante unos largos e interminables segundos el joven, quedó paralizado y con la más absoluta sorpresa logró articular:


- Eso si consigues que se te levante...


La expresión del hombre, transmitía desesperación, el rostro desencajado por el deseo inalcanzable, pese a todo, la idea de ver a aquel viejo pervirtiendo a niños o incluso a sus propios nietos, le habían transformado de un sabio calmado a viejo verde, triste, y depravado.

El pobre Paul, ya no podía ver las cosas del mismo modo, ya que gracias a aquello, uno se plantea qué clase de persona esta a punto de conocer, mientras imaginamos lo que no son...


Eso si, Paul se echó unas buenas risas acosta del viejo verde, cuando lo contaba a sus colegas, ¿qué mejor que tomarlo con humor?

¡¡¡VAYA TELA!!!

Volveremos pronto con más historias incatalogables.

2 comentarios:

Lengua Negra dijo...

Repelusaco!

Doctor Proctor dijo...

Este es el auténtico momento ¡¡Grñññay, qué te cojo!!